martes, 27 de mayo de 2025

Día de la madre

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Un homenaje a las Heroínas de la Coronilla y al amor incondicional de las madres

Cada 27 de mayo, en Bolivia se celebra el Día de la Madre, una fecha especial que no solo reconoce el amor y la entrega de todas las madres bolivianas, sino que también recuerda un acto heroico que marcó la historia del país.

En el año 1812, durante la lucha por la independencia, un grupo de mujeres cochabambinas decidió defender su ciudad del avance del ejército realista. Al ver caer a sus esposos, hijos y hermanos en combate, ellas tomaron las armas y subieron a la colina de San Sebastián, hoy conocida como la Coronilla, para enfrentar al enemigo con valentía.

Antes de la batalla, se encomendaron a Nuestra Señora de las Mercedes, su protectora y guía espiritual. Con fe y coraje, elevaron esta oración:

“Madre piadosa, estrella de los afligidos, extiende tu hermoso manto sobre los patriotas.”

Por su fuerza y su amor por la patria, estas mujeres pasaron a la historia como las Heroínas de la Coronilla. Muchas de ellas eran madres, abuelas o jóvenes que lucharon con el corazón. Su sacrificio es un ejemplo de valentía y amor por la libertad.

En honor a ellas, el presidente Hernando Siles declaró en 1927 que cada 27 de mayo se celebre el Día de la Madre en Bolivia. Es una fecha única en el mundo, porque no nace de una tradición comercial, sino de una historia real de lucha, fe y amor maternal.

Desde entonces, cada año recordamos no solo a las heroínas de 1812, sino a todas las madres bolivianas que día a día luchan por sus familias con esfuerzo, ternura y esperanza.
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viernes, 23 de mayo de 2025

Revolución de Chuquisaca

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Este 25 de mayo (2025) se conmemora el 216 aniversario de la Revolución de Chuquisaca, considerada el Primer Grito Libertario de América. Fue en las calles de la entonces ciudad de Charcas —hoy Sucre— donde, en 1809, se encendió la llama del proceso emancipador que culminaría 16 años después con la fundación de la República de Bolivia.

Reconocido por los historiadores como el Primer Grito Libertario de América, este alzamiento, aunque proclamado en nombre del rey Fernando VII, marcó el inicio de un proceso emancipador que desembocaría, años más tarde, en la independencia de varios países latinoamericanos.

Tras conocerse la abdicación y el apresamiento del rey Fernando VII a manos de Napoleón Bonaparte, surgieron en el Alto Perú fuertes tensiones contra el dominio colonial. Entre los protagonistas del movimiento destacó Bernardo de Monteagudo, quien expresó su abierto rechazo a la imposición de José Bonaparte como nuevo monarca de España y sus colonias.

La insurrección encontró justificación en los rumores que apuntaban a un posible intento de la Real Audiencia, presidida por Ramón García de León y Pizarro, de entregar el poder a la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII.

El clamor popular se hizo sentir en las calles de Chuquisaca bajo la consigna: «¡Muera el mal gobierno, viva el Rey Fernando VII!». Las campanas de la iglesia de San Francisco resonaron para convocar al pueblo a la rebelión, hecho que con el tiempo daría origen a la emblemática “Campana de la Libertad”, que cada 25 de mayo se hace sonar en conmemoración de lo que muchos historiadores han denominado «la chispa de la liberación americana».

Los intelectuales más progresistas de la época interpretaron la crisis de la monarquía española como una oportunidad histórica para promover la emancipación criolla. Fue así como varios líderes de la Revolución de Chuquisaca —entre ellos Mariano Michel, José Manuel Mercado, Álvarez de Arenales, Gregorio Lanza y el propio Monteagudo— fueron enviados a diversas ciudades con el propósito de propagar los ideales libertarios.

La primera victoria del movimiento independentista tuvo lugar en La Paz, gracias a la acción de Mariano Michel, quien logró organizar a los líderes locales y tomar el control de la ciudad. El 16 de julio, depusieron al gobernador Tadeo Dávila y al obispo Remigio de la Santa y Ortega, instaurando la Junta Tuitiva bajo la presidencia del coronel Pedro Domingo Murillo.

La lucha por la independencia se prolongaría durante quince años, culminando el 6 de agosto de 1825 con la proclamación de la República de Bolivia, sellando así el sueño emancipador iniciado en Chuquisaca.

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jueves, 15 de mayo de 2025

Periodo Triásico

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El Triásico, primer periodo de la era Mesozoica, fue una etapa de transición tras la gran extinción del Pérmico. Aunque comúnmente se asocia esta era con los dinosaurios, fue también el momento en que aparecieron los primeros mamíferos: pequeños animales nocturnos, similares a musarañas, descendientes de los cinodontos hace unos 215 millones de años.

Durante este periodo también se produjo un avance evolutivo clave entre los insectos, con la aparición de la primera especie que completaba una metamorfosis total.

En los océanos, especies como los notosaurios, placodontos e ictiosaurios dominaron las aguas. Los ictiosaurios, con cuerpos similares a los delfines, alcanzaban hasta 15 metros y se alimentaban de peces y moluscos. Los notosaurios, adaptados a la vida marina, fueron de los primeros reptiles oceánicos, aunque tanto ellos como los placodontos desaparecieron al final del Triásico.

En tierra, los primeros dinosaurios surgieron hacia mediados del periodo y comenzaron a expandirse rápidamente hacia su final. Entre ellos destacaron los terópodos y prosaurópodos, como Procompsognathus y Plateosaurus. En un ecosistema con poca competencia, estos dinosaurios ocuparon rápidamente los nichos ecológicos disponibles.

También aparecieron los pterosaurios, pequeños reptiles voladores con alas sin plumas, que planeaban entre los árboles. Uno de los más antiguos fue Eudimorphodon, y ya al final del Triásico podían realizar vuelos más prolongados.

El periodo concluyó con otra extinción masiva, menos severa que la del Pérmico, pero lo suficientemente significativa como para eliminar a los reptiles mamiferoides, tecodontos y rincosaurios, abriendo paso al dominio absoluto de los dinosaurios durante el resto del Mesozoico.

Se distinguen tres tipos de fauna en el Triásico: especies que sobrevivieron a la extinción del Pérmico, grupos que tuvieron un auge breve, y nuevos linajes —como los dinosaurios y mamíferos— que prosperarían durante los próximos millones de años.
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Imperio Inca

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 El Imperio incaico fue un estado precolombino que floreció entre los siglos XV y XVI. Se ubicaba en la región andina de América del Sur, y su territorio era conocido como el Tahuantinsuyo, que significa “las cuatro regiones” o “los cuatro suyos”.

Este vasto imperio abarcó aproximadamente 2 millones de km², extendiéndose desde las cercanías de San Juan de Pasto (en la actual Colombia) hasta el río Maule (en el actual Chile), entre el océano Pacífico y la selva amazónica. Los incas constituyeron una de las civilizaciones más grandes y avanzadas que se desarrollaron en América del Sur.

Orígenes

Los orígenes de la civilización incaica se explican a través de dos leyendas: la de Manco Cápac y Mama Ocllo, y la de los hermanos Ayar.

Según la primera, Manco Cápac —hijo del dios Sol— fue enviado junto a su hermana y esposa, Mama Ocllo, desde las aguas del lago Titicaca para fundar una nueva civilización. Tras un largo peregrinaje, ambos llegaron al valle de Cuzco, donde establecieron la ciudad sagrada que se convertiría en el centro del imperio.

La segunda leyenda relata la historia de los cuatro hermanos Ayar, quienes emergieron de una cueva sagrada y emprendieron un viaje que también culminó en la fundación del Cuzco.

Cronología histórica

Desde una perspectiva histórica, el surgimiento del Imperio incaico se remonta al año 1438, cuando Pachacútec, líder de las etnias cuzqueñas (en el actual Perú), venció a la confederación de los estados chancas. Tras esta victoria, reorganizó el curacazgo del Cuzco y dio inicio a un proceso de expansión militar, administrativa y cultural sin precedentes.

A Pachacútec le sucedieron su hermano Cápac Yupanqui, su hijo Túpac Yupanqui, y luego su nieto Huayna Cápac, bajo cuyos gobiernos el imperio alcanzó su máxima expansión territorial y desarrollo en ámbitos como la ingeniería, la agricultura, la arquitectura y la astronomía. Los incas integraron conocimientos propios con los de otros pueblos andinos conquistados.

Sin embargo, tras la muerte de Huayna Cápac, el imperio comenzó a decaer. Uno de los factores clave fue el conflicto sucesorio entre sus hijos Huáscar y Atahualpa, que desembocó en una guerra civil. Atahualpa emergió como vencedor en 1532, pero su ascenso coincidió con la llegada de los conquistadores españoles liderados por Francisco Pizarro, quien lo capturó y posteriormente mandó ejecutarlo en 1533.

Con la muerte de Atahualpa, se dio por concluido el Imperio incaico. Sin embargo, la resistencia continuó durante algunos años más, liderada por los llamados Incas de Vilcabamba, quienes lucharon contra la dominación española hasta 1572, cuando el último de ellos, Túpac Amaru I, fue capturado y decapitado.
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Batalla del Alto de la Alianza

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La Batalla del Alto de la Alianza tuvo lugar el 26 de mayo de 1880, en las afueras de la ciudad de Tacna, entre el ejército de Chile y las fuerzas aliadas de Perú y Bolivia, en el contexto de la Guerra del Pacífico (1879–1883).

Tras ocupar Tarapacá en noviembre de 1879 y Moquegua en marzo de 1880, las tropas chilenas avanzaron hacia el sur. Los ejércitos aliados decidieron hacer frente al enemigo en la meseta de Intiorco, también conocida como el Alto de la Alianza, con el objetivo de defender Tacna.

En la mañana del 26 de mayo, el ejército chileno —compuesto por aproximadamente 14.000 soldados y comandado por el general Manuel Baquedano— lanzó un ataque contra las posiciones aliadas, donde se encontraban alrededor de 10.000 combatientes peruanos y bolivianos, al mando del presidente boliviano Narciso Campero.

Los chilenos atacaron inicialmente el flanco izquierdo aliado, pero fueron rechazados. Luego dirigieron su ofensiva hacia el centro, siendo también repelidos por las tropas peruanas y bolivianas, que lograron capturar prisioneros y armamento enemigo. En ese momento, todo indicaba una posible victoria aliada.

Sin embargo, al intentar consolidar su ventaja, varios batallones aliados descendieron al llano para perseguir a los chilenos. Fue entonces cuando las fuerzas chilenas recibieron refuerzos de caballería y nuevas tropas, cambiando el rumbo de la batalla. Superados en número y sin apoyo suficiente, los aliados se vieron obligados a replegarse y pedir refuerzos a sus reservistas. Finalmente, el ejército chileno logró arremeter con fuerza y tomar todos los reductos del Alto de la Alianza.

Tras la batalla, los sobrevivientes bolivianos se replegaron hacia su país, mientras que los peruanos formaron guerrillas en las regiones montañosas. El ejército chileno ocupó Tacna, donde se denunciaron actos de saqueo, asesinatos de prisioneros y remates de heridos.

Entre los comandantes chilenos también destacaron Santiago Amengual, Francisco Barceló y Domingo Amunátegui. Por parte de los aliados, los jefes más notables fueron los peruanos Lizardo Montero, Andrés Avelino Cáceres y Belisario Suárez, así como los bolivianos Eleodoro Camacho y Miguel Castro Pinto.

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Batalla de la Coronilla

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El 27 de mayo de 1812 es recordado por el coraje con que un grupo de mujeres enfrentó al Ejército Realista, comandado por José Manuel de Goyeneche, quien marchaba triunfante tras su victoria sobre las fuerzas patriotas de Esteban Arze, el 24 de mayo de 1812, en la batalla del Quehuiñal, en Pocona.

Lo que Goyeneche no esperaba era una nueva insurrección apenas tres días después. En la villa de Cochabamba, un grupo de mujeres, lideradas por la célebre “Doña Chepa” —una anciana ciega, identificada como la autora de la frase: "Si no hay hombres, nosotras defenderemos"—, se atrincheró en la colina de San Sebastián para defender la patria.

Los relatos históricos narran que las mujeres desempeñaron un papel protagónico en aquella jornada del 27 de mayo. Tomaron las armas y defendieron con heroísmo y valentía la causa libertaria, asumiendo de forma espontánea el liderazgo político y militar, que en ese momento se encontraba descabezado y desmoralizado. Enfrentaron a tropas realistas brutales, decididas a imponer un castigo ejemplar tras su victoria en Quehuiñal.

La lucha fue intensa y desigual. Se cuenta que muchas mujeres, impulsadas por un espíritu combativo, ocuparon los puestos de sus esposos o hijos. El combate habría tenido lugar en horas de la tarde, durante aproximadamente tres horas. Algunas crónicas indican que murieron unas 30 mujeres, algunas de ellas fusiladas en el acto.

Fueron mujeres del pueblo, humildes, de extracción popular, cuyas acciones dejaron una huella imborrable en la historia de la lucha por la independencia.


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